lunes, 20 de octubre de 2008

Biografía

Biografía de Juan Jacobo Rousseau

Jean-Jacques Rousseau, nació en junio de 1712, en Ginebra, como hijo de un relojero que formaba parte de un grupo de artesanos del barrio de Saint-Gervais. Su madre, Suzanne Bernard, murió pocos días después del parto.

Juan Jacobo quedó así, junto con su hermano, al cuidado del padre y de una tía materna. Su hermano, ansioso por hacer fortuna se marchó en 1721 y no se conoce su posterior destino. Su padre tenía la costumbre de leer con su hijo toda suerte de novelas e historias, entre ellas Astrea de D'Urfé y las Vidas Paralelas de Plutarco. Estas lecturas avivaron la fantasía de Rousseau y acrecentaron su sensibilidad.

Al año siguiente de la marcha del hermano, el padre es condenado al destierro por una violenta disputa que sostiene con un conciudadano que le había insultado. Juan Jacobo, que contaba sólo diez años, es confiado entonces a su tío Bernard, quien le interna junto con su propio hijo en Bossey, en la escuela del pastor Lambercier, donde Rousseau pasa dos años felices en pleno campo, entregado principalmente a la pereza y los ensueños.

A los doce años abandona la escuela. Es un niño tímido y orgulloso. Se coloca de aprendiz en el taller del grabador Ducommun quien lo hace objeto de un trato tan brutal que consigue convertirlo en un auténtico granuja.

Durante cinco años vive en un círculo cerrado cuyos puntos de referencia son Madame Warens, Claude Anet y el propio Rousseau. Las relaciones entre él y Madame de Warens son todavía a nivel familiar: el protegido la llama "mamá" y ella le denomina "pequeño". Pero a la muerte de Claude Anet, Rousseau se convierte en el amante de su protectora, lo que le hace llevar una vida más agradable y tranquila. Trabaja en el catastro de Saboya y da lecciones de música. Sin embargo, la armonía dura poco y pronto un nuevo amante le reemplaza en el corazón y en el lecho de la señora de Warens.

A la edad de treinta años llega a Paris en busca de gloria. Lleva bajo el brazo un nuevo sistema de notación musical que ha ideado con gran ilusión y en el que ha depositado grandes esperanzas. El sistema fracasa. No obstante, tiene oportunidad de conocer a importantes personajes como Fontenelle, Réaumur, Rameau, Marivaux y Diderot. Recibe entonces un buen consejo del abad de Saint-Pierre: "en Paris no se hace nada si no es por las mujeres". Viniendo de un abad, el consejo no es para despreciar por lo que Rousseau busca, consecuentemente, la protección de las grandes damas las que, en efecto, le consiguen diversos empleos.

Así, primero fue secretario particular de la señora de Dupin, esposa e hija de banqueros. Más tarde se desempeñó como secretario del flamante embajador de Francia en Venecia, monsieur de Montagu. Al servicio de éste está alrededor de dieciocho meses y demuestra, dotes de gran diplomático. Pero monsieur de Montagu no quiere mantener a su servicio a un hombre tan superior, lo que precipita el regreso de Rousseau a Francia.

En 1745 se une en pareja con Thérèse Lavasseaur una joven sirvienta, con la qu tuvo cinco hijos consecutivos.

En 1750 Diderot le impulsa a presentarse al concurso que ha convocado la Academia de Dijon. Con su "Discours sur les sciences et les arts" obtiene el primer premio y cierto prestigio.

Se celebra a Rousseau como el profeta del romanticismo. El clamaba por una concepción originaria y natural de la vida. De la realización de su lema: “volvamos a la naturaleza” esperaba la rehabilitación del género humano. Pero la lucha contra el artificialismo de la vida y la educación sólo puede lograrse despertando en el hombre, desde niño, una manera de comprender y valorar la existencia conforme a la naturaleza.

 

 Habla de una pedagogía naturalista. Su concepción de la naturaleza se interpreta a la naturaleza como lo opuesto a las convenciones sociales, tan desarrolladas en su época.

 

Lo primitivo y valioso es la naturaleza como equivalente a lo esencial del hombre, lo que tiene un valor sustantivo y permanente.

 

La pedagogía tiene ante sí la tarea de instaurar en el niño este supremo propósito de la libertad, Otro principio esencial de la pedagogía de Rousseau es el de la actividad, el aprender por la propia experiencia, en vez de hacerlo por la enseñanza de los demás. Siendo, por ello, uno de los precursores de la escuela activa moderna.

 

Ve claramente la diferencia entre la mente del niño y la del adulto. El niño era considerado un hombre pequeño, Rousseau dice: la infancia tiene maneras de ver, de pensar, de sentir que le son propias. A esta etapa de la infancia le sigue la de la adolescencia, que tiene también caracteres propios y que igualmente hay que conocer y respetar.

 

Se considera como el representante típico del individualismo en la educación. Su alumno se educa solo con un preceptor, sus fines educativos no son individuales, sino también sociales, diferentes a los de la educación dada en su tiempo, en contra de la cual se manifestaba.

 

La educación religiosa, no debe ser confesional y debe realizarse, no es la infancia, sino en la edad de la razón,  basándose en una concepción deísta.

 

Rousseau afirma que la pedagogía se funda, en primer lugar, en las leyes psicológicas.

 

Cuatro grandes principios psicológicos informan la doctrina pedagógica de Rousseau:

ü      La naturaleza ha fijado las etapas necesarias del desenvolvimiento corporal y anímico del educando. Claparede llama a este principio la “ley de la sucesión genética”.

ü      El ejercicio de las funciones en una etapa de la vida afirma y prepara el advenimiento y manifestación de las funciones ulteriores. (Ley del ejercicio genético-funcional).

ü      La acción natural es aquella que tiende a satisfacer el interés (o la necesidad) del momento. Rousseau ha comprendido admirablemente que la acción, incluso cuando da la impresión de ser desinteresada, viene a satisfacer una necesidad o un interés funcional.

ü      Cada individuo difiere más o menos en relación de los caracteres físicos y psíquicos de los demás individuos.

 

Rousseau descubre propiamente la infancia, los derechos del niño. Recomienda la necesidad de comprender al niño.

 

En la educación, el niño ha de permanecer en su naturaleza de niño. La educación, debe ser gradual. El educador debe esperar con alegre confianza la marcha natural de la educación e intervenir lo menos posible en el proceso de la formación.

 

La naturaleza humana no es originariamente mala. Por ello, la primera educación debe ser negativa; no hay que enseñar los principios de la virtud o de la verdad, sino preservar el corazón del niño contra el error.

 

La educación del niño debe surgir libre y con desenvolvimiento de su ser, de sus propias aptitudes, de sus naturales tendencias. Para  tratar al alumno, se debe tener en cuenta su edad, poniéndolo en su lugar y reteniéndolo en él.

 

Rousseau destaca que no se debe dar una lección verbal al alumno, debe permitir que la experiencia sea la maestra. Así mismo, afirma que la única pasión natural del hombre es el amor de sí mismo, o amor propio, el cual resulta útil y bueno, pues permitirá que realice sus deseos y los satisfaga.

 

La razón y la memoria no se pueden desenvolver una sin la otra. Los niños no son capaces de juicio, pues no tienen verdadera memoria. Retienen sonidos, figuras, sensaciones, rara vez ideas, y más rara vez sus enlaces. Todo su saber se queda en la sensación y no llega al entendimiento: su misma memoria es poco más perfecta que las otras facultades, puesto que casi siempre es menester que vuelva a aprender, cuando son grandes, las cosas cuyas palabras aprendieron siendo niños

 

 

Durante los años siguientes aparecen La nueva Eloisa (1761), El contrato social (1762), obra proscrita en Francia y finalmente, Emile, texto publicado en 24 de mayo de 1762 y condenado a la hoguera, simultáneamente con el pedido de captura del autor.

Rousseau propugnaba la soberanía del pueblo que identificaba solamente con los varones. Su concepción sobre las mujeres puede conocerse a partir de su tratado de educación femenina "El Emilio" donde cuestiona la igualdad que propugnaba ya que solamente incluía a los varones.

El Contrato Social fue el manual de los doctrinarios de la Revolución francesa. Emile ou De l'éducation expone la teoría que la pedagogía debe respetar los buenos instintos naturales del hombre, guiando su libre desarrollo de la manera menos artificial posible. La parte religiosa del Emile, titulada "Profesión de foi du Vicaire Savoyard" irritó de inmediato al parlamento de Paris, que lo consideró "impío, escandaloso y ofensivo" por lo que Rousseau se vió obligado a huir de Francia para no acabar en la cárcel.

En 1762, la publicación de El contrato social fue causa de su expulsión de Francia, refugiándose en Neuchatel

En su libro “El Contrato Social”, habla justamente de su ideología política, rescata la necesidad del hombre, en toda su vida, de consejo y guía.

 

“La educación de las mujeres debe ser relativa a los hombres. Gustarles, serles útiles, hacerse amar y honrar de ellos, educarles cuando jó­venes, cuidarles de grandes, aconsejarles, consolarles, hacerles la vida agra­dable y dulce, son los deberes de las mujeres de todos los tiempos..."

 

 

Los principales postulados de Rousseau son:

 

1. La educación debe centrarse más en el niño y menos en el adulto.

2. Es importante estimular el deseo de aprender.

3. Debe enseñarse al niño y cuándo debe enseñársele.

 

La educación del niño comienza desde su nacimiento y debe impedirse que adquiera  hábitos de los cuales pudiera llegar a ser esclavo.

 

Rousseau establece por primera vez los llamados períodos de aprendizaje, ajustados a las edades del educando y pone de relieve que donde mejor aprende el niño a conocer a los hombres es en la historia. El maestro debe enseñar realidades y solo realidades. Los grandes postulados de su teoría pedagógica siguen vigentes.

Emprendió así ocho años de fuga que le obligaron a llevar una vida errante. Uno de sus refugios fue Inglaterra; se sintió acosado en todas partes y decidió, volver a Francia.

Pobre y solitario, se instaló en París teniendo por única compañía la de Thérèse — con la cual, al final y contradiciendo sus propias intenciones originales, terminó casándose en agosto de 1768.Vivió allí atormentado por la paranoia, afirmando la existencia de un complot universal tramado contra él. En 1770 intentó justificarse ante todos con sus Les Confessions cuya lectura pública resultó también prohibida.

En París, Rousseau vivió muy modestamente y su única fuente de ingresos fue la copia de partituras musicales. A esa altura de su existencia llevó ya una vida ordenada, con largos paseos por los parques de París, donde recogía hierbas que luego clasificaba. Inició así la composición de su último libro, Las meditaciones del paseante solitario.

En mayo de 1778, invitado por el marqués de Girardin, se trasladó al pabellón situado frente al castillo de Ermenonville.

El 2 de julio falleció víctima de una apoplejía.

 

domingo, 19 de octubre de 2008

Obras

EMILIO 

Es un tratado filosófico sobre la naturaleza del hombre aborda temas políticos y filosóficos concernientes a la relación del individuo con la sociedad, particularmente señala cómo el individuo puede conservar su bondad natural mientras participa de una sociedad inevitablemente corrupta.  Rousseau acompaña el tratado de una historia novelada del joven Emilio y su tutor, para ilustrar cómo se debe educar al ciudadano ideal.  Emilio no es una guía detallada, aunque sí incluye algunos consejos sobre cómo educar a los niños. Hoy se considera el primer tratado sobre filosofía de la educación en el mundo occidental.

El texto se divide en cinco “libros”, los tres primeros dedicados a la infancia de Emilio, el cuarto a su adolescencia, y el quinto a la educación de Sofía, la “mujer ideal” y futura esposa de Emilio, y a la vida doméstica y civil de éste.

Esta es la obra que expresa el ideal pedagógico de Rousseau, en la que expone una nueva teoría de la educación, subrayando la importancia de la expresión, antes que la represión, para que el niño sea equilibrado y librepensador.  “Emilio” es un excelente tratado pedagógico, rico en intuiciones y orientaciones, el cual influyó demasiado en la voluntad popular y democrática, como de los conservadores y románticos.

La finalidad general de Rousseau en “Emilio” es la formación del hombre natural, justificándose en el principio de que “todo está bien al salir de las manos del autor de la naturaleza, pero que todo degenera al contacto con el hombre.” 

CONFESIONES

Es una obra autobiográfica de profundo auto examen, apareció hasta después de su muerte (1782-1789), que revelaba los intensos conflictos morales y emocionales de su vida.  En esta obra, Rousseau introduce  un nuevo estilo de expresión emocional extrema, relacionado con la intensa experiencia personal, además de la exploración de los conflictos entre los valores morales y sensuales. 

ENSUEÑOS DE UN PASEANTE SOLITARIO

Su última obra, Reflexiones de un Paseante Solitario (1782) contiene sus más bellas páginas, su amor por la naturaleza, en la que hallará un refugio contra la maldad de los hombres, tema que se expresa con acentos verdaderamente conmovedores. El contenido del libro es una mezcla de anécdotas biográficas, descripciones de observaciones, especialmente de plantas, hechas por Rousseau en sus paseos por París, y elaboraciones y extensiones de argumentos previos en campos como la educación y la filosofía política.

 

Ideas pedagógicas para la educación del pequeño

Se celebra a Rousseau como el profeta del romanticismo, él clamaba por una concepción originaria y natural de la vida; de la realización de su lema: “volvamos a la naturaleza” esperaba la rehabilitación del género humano ya que la lucha contra el artificialismo de la vida y la educación sólo puede lograrse despertando en el hombre, desde niño, una manera de comprender y valorar la existencia conforme a la naturaleza.

Se habla de una pedagogía naturalista, la naturaleza es lo opuesto a las convenciones sociales.

La razón es un aspecto de la conciencia menos profunda que la vida emotiva; el papel de la razón es muy importante, la razón ilumina los impulsos naturales y hace posible, gracias al conocimiento, lo que debe querer y hacer el hombre, vale decir, la libertad, y, ésta, constituye el carácter especifico de la humanidad, la dignidad por excelencia del género humano.

Lo primero que exige esta educación humana es la libertad, la independencia con respecto a los demás hombres. La esencia e ideal de la educación conforme a la naturaleza es el desarrollo armónico del amor a sí mismo y del amor al prójimo; la vida en y por una libertad iluminada con la razón, que provea al hombre de una verdadera felicidad.

El individuo que logra elevarse a esta altura realiza la verdadera idea de humanidad. Por ello la pedagogía tiene ante sí la tarea de instaurar al niño en este supremo propósito.

Son tres los rasgos que caracterizan al hombre natural: a) amor propio (egoísmo) y amor al prójimo (altruismo); b) razón que, sin ser omnímoda, se articula a la vida del sentimiento, y  c) libertad.

La pedagogía tiene ante sí la tarea de instaurar en el niño este supremo propósito de la libertad.

Otro principio esencial de la pedagogía de Rousseau es el de la actividad, el aprender por la propia experiencia, en vez de hacerlo por la enseñanza de los demás. Siendo, por ello, uno de los precursores de la escuela activa moderna.

Ve claramente la diferencia entre la mente del niño y la del adulto. El niño era considerado un hombre pequeño, Rousseau dice: la infancia tiene maneras de ver, de pensar, de sentir que le son propias. Se considera como el representante típico del individualismo en la educación. Su alumno se educa solo con un preceptor, sus fines educativos no son individuales, sino también sociales, diferentes a los de la educación dada en su tiempo En cuanto a la educación religiosa, no debe ser confesional y debe realizarse, no es la infancia, sino en la edad de la razón,  basándose en una concepción deísta.

Rousseau afirma, más o menos explícitamente, que la pedagogía se funda, en primer lugar, en las leyes psicológicas.

Rousseau descubre propiamente la infancia, los derechos del niño, recomienda la necesidad de comprender al niño.

Nadie antes de Rousseau había acentuado con tal fuerza el valor intrínseco de la infancia, ni nada había derivado con mejor acierto las consecuencias pedagógicas de este hecho. Desde Rousseau, la doctrina educativa impuso la exigencia de “partir del niño”, de ver en él, centro y fin de la educación; en otras palabras llego al concepto de la educación paidocéntrica.

En la educación, el niño ha de permanecer en su naturaleza de niño. La educación, debe ser gradual, el educador debe esperar con alegre confianza la marcha natural de la educación e intervenir lo menos posible en el proceso de la formación. La primera educación debe ser negativa; no hay que enseñar los principios de la virtud o de la verdad, sino preservar el corazón del niño contra el error.

La educación del niño debe surgir libre y con desenvolvimiento de su ser, de sus propias aptitudes, de sus naturales tendencias. El concepto riguroso de la educación negativa no excluye, de manera alguna, la prudente dirección del maestro.

Para Rousseau, la educación positiva es la que tiende a formar prematuramente el espíritu del niño, y a instruirle en los deberes que corresponden al hombre. Y la educación negativa, es la que tiende a perfeccionar a los órganos, que son los instrumentos del conocimiento, antes de darle contenido alguno, y que procura preparar el camino a la razón por el ejercicio adecuado de los sentidos. Una educación negativa no supone un período de pereza, asigna a cada etapa del desarrollo infantil su tarea y objetivo.

La educación del niño comienza desde su nacimiento y debe impedirse que adquiera hábitos de los cuales pudiera llegar a ser esclavo.

Rousseau establece varios períodos de aprendizaje:

A) Se ocupa de lo que hiere sus sentimientos y aprovecha su disposición natural dejándole examinar y palpar los objetos.

B) Después, es el período de la infancia (de 2 a 12 años), en ella debe ser ganada cada vez más la conciencia de libertad. La educación negativa y la formación moral, mediante sus consecuencias naturales, van adquiriendo más acusados contornos. Lo importante es que el niño pueda juzgar y valorar las cosas que se le ofrecen.

C) El siguiente período, que comprende de los 12 a los 15 años, época en la que ya es un adolescente, posee la máxima plasticidad para el aprendizaje, el cual emanará del propio niño, siendo los intereses naturales de la infancia los que determinen la enseñanza. Debe convertirse en Robinson: todos los oficios habrán de ser “reinventados” por él.

D) Por último, la educación de los 15 años hasta el matrimonio. En la cual se habla de mocedad, el individuo se eleva paulatinamente sobre la vida estrictamente sensitiva, recibe conceptos e ideas y se hace apto para juzgarlas. Comienzan a despertarse las pasiones y, como consecuencia, se iniciará la educación moral.

Donde mejor aprende el niño a conocer a los hombres es en la historia. El maestro enseñará sólo realidades.